lunes, 31 de diciembre de 2007

El último día

Allí, una Cruz desnuda. Junto a ella, lo mismo de siempre, en parejas acoladas dos señores de negro ruán, otros tantos de morado con señorial capa blanca, seguían dos con túnica negras y cíngulo de esparto y terminaban otros con aterciopeladas túnicas de esperanza. Yo estaba frente a ellos, con una túnica roja que me envolvía. Roja por el dolor y el pecado, por la fugacidad de la vida.

El lugar, el más bellos de los nimbos jamás imaginados. Sobre la Cruz, Ella, la misma de siempre, la que fue soñada mil veces y ahora era realidad, una Virgen vestida de sol y coronada de estrellas cientos de veces descrita en otros artículos.

Los primeros señores, los del rúan, tenían para mí un escudo de cinco cruces y una túnica como la de ellos. Los siguientes, un cíngulo blanco y una dalmática celeste. Los que proseguían, un roquete y una cruz de madera. Los últimos, un canto de amor y un ancla.

Miraba a mi alrededor y me sonaban las caras. Me pareció ver a un tal Agustín de Hipona junto a Tomás, el dominico. Frente a ellos, Francisco con el viejecito de Alpandeire y Antonio. Más al fondo, detrás de los nazarenos, Ignacio. Junto a la Virgen, la zapatera sevillana con Rita, la de Casia. Todos estaban allí, a los que tantas veces les recé, a los que tantas veces les pedí.

Al verme arrodillado, me di cuenta que estaba en los últimos momentos y recordé aquel cuadro de Valdés Leal en el Hospital de Mañara. El tiempo pasaba y todo terminaba. Ahora estaba en el juicio primero.

Hoy, es 31 de Diciembre. El año termina. Lo que no hayamos hecho, quizá tengamos tiempo de hacerlo o no. Vivir de acuerdo a nuestros ideales, de forma coherente y a tope, para cuando estemos en ese juicio descrito, podamos mirar a la Cruz con el mismo amor que quien por nosotros murió en Ella.

Feliz Año.

sábado, 15 de diciembre de 2007

La ciudad

Después de haber paseado y recorrido calles que su nombre lo dicen todo, de haber musitado coplas en diciembre, de haber soñado rincones en primavera cuando aún era otoño. Después subir hasta la torre más fuerte y haber conversado con Santa Juana sobre el olor de las azucenas; después de sentarme a tus pies a esperarte, Madre, y sentir que llegas en Esperanza días más tarde; de haber bajado hasta los recónditos pasillos donde reposan los más nobles entre los escogidos.
¿Qué queda después de todo eso?...nada, solo un suspiro, un añejo recuerdo de un momento al borde de un abismo, el del olvido que se escapa entre las primeras luces que resquebrajan el invierno dando paso al color celestial de un estadio donde solo cabe más belleza si pudiera ser para un escenario inigualable. Se oyen silencios de la catedral del toreo, donde aun se imaginan duelos entre Joselito y Belmonte; de escuchar el canto más dulce, una sevillana, mientras al compás de los sentidos la noche camina en busca de un páramo donde contemplar tan digno lugar.
No es que yo lo diga, porque lo dice Gala, el problema no es que los sevillanos pensemos que tenemos la ciudad más bonita del mundo, es que, seguramente, tengamos razón...

sábado, 8 de diciembre de 2007

Purísima Inmaculada


Comenzaba el Padre Ignacio en su pregón diciendo: 'Fue en Sevilla. Sí, fue en Sevilla'. Y me pregunto, quizá , cómo podría haber sido en otro sitio.
Hoy he salido a beber de la fuente de la pureza de la que mana el resplandor constante del sol. Al ponerse la luna, enluté mi alma de inmaculado voto y sobre mi pecho estampé cinco cruces de sangre y fuego, timbradas de pontificia tiara y orladas con el color del cielo.
Tomé aire hondo y empapé mis pulmones con ese aroma a vainilla y castañas que impregna la brisa, que juguetea entre los adoquines, que se desliza serpenteando como el agua entre las llagas del aparejo del suelo. Y como si de un trampolín se tratará, salté sobre la nube de un sueño. Y era Sevilla, vestida de azul y plata, de pureza y amor, de valle y socorro, de soledad y tristeza.
Hoy he salido a mirarme en el espejo de la belleza que deslumbra cada rincón, cada atrio, cada cancel de cada iglesia. Y desde sus puertas, alegría muestran sus púlpitos de amor donde el verbo se hizo carne, donde se pronunció por vez primera la consagración divina de la Madre de Dios.
Salté fuerte y tuve fe. Y allí, sobre el cielo, ocho querubines me arroparon con un paño cosido a puntales inmaculistas, pues llevaba el nombre de María preguntando quién como Ella, la Madre Dios sin pecado concebida. Poco a poco, me fueron bajando y dónde fui a caer, a las plantas de un Dulcísimo Nazareno, que ya no tiene sangre en sus llagas porque unos hombres buenos dieron la suya para defender a su Madre.
Tuve también miedo, y vino a recogerme la Soledad. Ya no sonaba nada, solo el silencio se oía pasear al final de la calle que por nombre lleva el de un santo cardenal. Sus pasos eran contados por notas celestiales y resguardaba a la soledad del frío de la noche, la dulzura perpetua de ocho cirios y una espada, que desnuda al viento, cortaban el velo que cubría la tristeza del abismo.
Hoy he salido a buscarLa y no sabía dónde encontrarLa. No sabía si bajar al valle del amor o subir hasta el trono de una pastora divina, si marchar en busca de la soledad, la tristeza y el dolor o si caminar junto al repicar constante de una campana que tañe himnos de gloria sobre el patio de esta ciudad, si adentrarme en una sagrada capilla donde se guardan los resquicios de una eterna madrugá, no sabía si vestirme de servidor papal y rendirme a sus plantas como un nazareno más.
Finalmente, al recostar mi alma en un páramo de dulzura y sencillez Te encontré. Estabas allí y yo no te veía, y aunque tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, me di cuenta que Tú estabas dentro mí y yo, por fuera te buscaba con amor y ansiedad. Estabas allí, sobre un escultor, un cura, un pintor y un escritor, sobre una triunfal torre a los pies de la torre más fuerte, el Nombre de Dios, y desde allí, te ame. Estabas vestida de sol, coronada por doce estrellas y la luna a tus pies.
En aquel momento, deslicé la cola del brazo y me senté a tus pies, tranquilamente, esperando a que algún día, reina de mis sueños, bajaras a buscar a este triste nazareno, ya sin cartonera y antifaz que descansa a tus plantas, Purísima Inmaculada, a la puerta del cielo.

martes, 4 de diciembre de 2007

La Cruz


En aquel momento, al oír mi nombre, todo cambió. El secretario sostenía en su antebrazo delicadamente la cola mientras con la otra aguantaba los papales que le dictaban el nombre de cada nazareno de Sevilla. Junto a él, un ayudante le daba luz bajo la luna de Pescevere con una vela morada, como si no.
Los minutos pasaban lentamente y ya, delante de mí, podía verla. Noble madera de Getsemaní, en asta cruzada perfectamente. La poca luz que había dentro de la capilla destellaba en la plata de las demás cruces mientras ella se alzaba potente sobre la cartonera de un sencillo nazareno, el primer penitente de la cofradía.
Hasta el atrio del amor
y con manos prestadas
llega proclamada
la señal de salvación,
el signo de veneración
y de la sangre derramada
por el Nazareno Redentor.
De allí será sacada
entre silencios clamorosos,
entre quejíos y sollozos
de las almas conquistadas
por la Cruz que va alzada
entre nazarenos numerosos
de una cofradía enlutada.

martes, 23 de octubre de 2007

El diálogo

-No llores María,
dulce madre de amor
hija del Creador
y esperanza mía.
No llores María,
madre del Salvador
Virgen digna de veneración
y causa de mi alegría.
-¿Cómo evitar el llanto
que de mis ojos brota
en esta hora nona
donde se oye el quebranto?
Ya me lo dijo Simeón,
que por amor padecería
la más dura tropelía
y sería traspada de dolor.
-Se derraman lágrimas de tus ojos,
en amor perlas cultivadas
por la mujer más inmaculada
se convierte el dolor por antojo
en la calidez más esperada,
y la luna aguarda apagada
la hora de tu retorno.
-Lágrimas no me quedan,
las velas lloran por mí
que cantando la pena
alumbran este sinvivir,
de esta pobre madre
que a su Hijo llora.

sábado, 13 de octubre de 2007

Soledad


Soledad
¿cabe más dolor en tu rostro,
en el sonrojo de tus mejillas?
Soledad
suena tu nombre
en el crepitar del sol por San Lorenzo
en una mañana de octubre.
Sabe tu nombre a Viernes Santo
enlutada señora de estirpe noble,
acunada carmelita
laurentina dama de noche.
Soledad...

martes, 25 de septiembre de 2007

Inmaculado Corazón


Pero antes de marcharme déjame que hable a solas con Ella. Déjame decirle lo que pienso, deja que abra mi pecho para que de él salgan los piropos eternos, las dudas completas de una mañana radiante.

Dulce Virgen Inmaculada
que tienes por pedestal la luna
y por las estrellas coronada.

Que no se escape un suspiro
cuando se levante la mañana
ni que se oigan los trinos
al repicar de las campanas

que enmudezcan los chirridos
de las ventanas y las puertas
que no se escuchen los crujidos
de las viejas carretas.

Que se alcen oraciones
a la Virgen Inmaculada
en forma de pregones
que despiertan la madrugada

entre flores de colores
y el olor de la albahaca,
entre romeros soñadores
y preciosas sevillanas

entre los roncos tambores
y el flautín que llama al alba,
que despierta los albores
al comienzo de la jornada.

Dulce Virgen vestida de sol
coronada por doce estrellas
iluminando tu Sagrado Corazón.

Y ya van cincuenta años haciendo el mismo caminito…

domingo, 23 de septiembre de 2007

Habitación 305

Habitación 305. Residencia con nombre de Virgen, curiosamente, advocada en el Inmaculado Corazón de María, Fátima. No sé si habrá alguna lágrima todavía que derramar, solo queda un hueco para la sonrisa. La de tus niños que con tiritas de Spiderman quieren curarte el dolor.
Esta vez no eres tú el que corre, es el tiempo el que te ata a la cama y que durante mucho tiempo te tendrá agarrado. Menos mal que todo ha sido un susto, pudo ser peor. Un día estabas con nosotros a la mesa, resacoso y con la sonrisa fácil de siempre. Poco tiempo después, tu alma se había precipitado al vacío.
Todo ha sido un susto. De todos modos, nos sigues demostrando lo grande que eres. Dijo Cristo que aquel que quisiera seguirlo cogiera su Cruz y se fuera tras Él. Después de este parón en tu maratoniana vida, al abrir lo ojos, dicen, que lo primero por lo que preguntaste fue por tus hijos, pues no hay cosa más grande que tengas.
Siempre agarrado a tu Cruz, a tu palermo, a tus botines que te evaden en la continua carrera de la vida. Esta vez, sí que estás haciendo carrera de fondo y creo que nosotros no servimos ni para ir a tu lado corriendo.
Por eso Dios siempre se lleva a los mejores, porque son los únicos que pueden ayudarle a cargar con su Cruz, la de todos nosotros. Desde la habitación 305 está un buen hombre que más que rezar nosotros por él, parece que lo hace él por nosotros...

viernes, 14 de septiembre de 2007

De la Misa en latín, y otras cosas...

Exaltación de la Cruz...hace muchos años que una tal Santa Elena, madre de Constantino la encontró tal día como hoy y la fiesta se quedó. La Santa Misa o Eucaristía, aunque parezca que no, nace del árbol santo de la Cruz. Del costado, la sangre del sacificio; del travesaño, la carne de la vida eterna.
Y además, hoy, vuelva la Misa en latín. Bueno, en latín, de espaldas y con la casulla de guitarra. Es decir, a la Misa Tridentina, a esa que instituyó San Pío V que ha perdurado más de cuatro siglos, desde el Concilio de Trento que sentó las bases de la Contrarreforma y las expresiones de piedad popular (vulgo cofradías y Semana Santa) hasta el Concilio Vaticano II, con la llegada de Pablo VI al trono de santidad.
No cuestiono la decisión de retomar lo anterior, quizá cuestiono como lo que durante tanto tiempo fue sagrado pasaba a ser inválido. Ahora de nuevo, después de treinta años, en la Santa Sede reconocen el error cometido.
Para terminar os dejo con un comentario que me ha gustado acerca de aquel cambio conciliar. Me lo dijo mi abuela. Ella, después del concilio, al entrar en la Iglesia y ver al sacerdote mirando al pueblo dijo: ¿por qué el cura ya no da la Misa mirando a la Virgen?...en el camarín estaba una Imagen del Inmaculado Corazón de María...esta es la religión de los fieles.

jueves, 13 de septiembre de 2007

María, ¿quién como tú, María?


Tienes nombre de mujer,
dolorosa madre encarnada,
fulgor del atardecer,
lucero en la noche estrellada,
que a tus plantas vienen a caer
versos y rimas derramadas
para la rosa de Jerusalén,
para la Virgen proclamada
por la realeza de ser
Madre de Dios Inmaculada.
María, dulce nombre que rebosa pasión, que exclama dulzura y que llora sentimiento. María, madre de Dios, de la Iglesia y de los hombres. María, ¿quién como María madre Dios Inmaculada Concebida? María, señora de la noche, de estrellas y de luceros, del amor de los vencejos en las tardes de la primavera. Fuente de agua clara que abre los caminos del amor, hiniesta dolorosa suplicante al Dios de la Redención, pentecostal madre y piropo de perdón. Eco fulminante que llena el vacío del silencio, que pasa tranquilo y callado exclamando, silente, poder ser San Juan que te hable en la Palma del calvario, en la esperanza de la mañana, puerta en forma de arco.
María...quién como tú, María, hija callada de Sión, magnífica señora, dulce esposa y madre, reina asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial que es el cielo de Sevilla, que es la gloria terrenal, que no hay nombre que compare tal maravilla con tu dulzura angelical, que no hay mañana que te llore, dolorosa pasional.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Instantes

Son las cuatro de la tarde. El reloj toca las campanadas lentamente y el tiempo se va consumiendo. Ya tengo la túnica puesta con inmaculado cíngulo que tinta de seda la sarga de mi hábito lleno de amaranto. En los pies, el calzado negro. Pongo sobre mis hombros una capa de antiguo caballero, de señor inglés que por momento me recuerda épocas pasadas. La medalla al cuello, el reloj de bolsillo, la papeleta en la manga y por último, el beso de mi madre antes de ponerme el antifaz.
Ya no me viste, pero observa como lo hago. Todos lo hacen, es como un ritual. En silencio, esperan a que me ponga la cartonera con el antifaz y salen a despedirme a la puerta. Con la mirada baja y la capa en el brazo voy caminando lentamente sobre pasos de recuerdos que llevan hasta San Antonio. Son las cuatro y diez. Ya voy tarde...según la regla,...según mi rito, es la hora perfecta.
Por el camino, cruzo miradas, pienso y recuerdo. Me encuentro con compañeros de camino, almas calladas que buscan bajo el sol de la tarde el recorrido más corto que los lleve hasta el pequeño santuario que guarda recuerdos jamás olvidados, siempre recordados por todos.
Al llegar a la puerta, la papeleta. Sin quitarme el antifaz voy hacia Él. ¿Qué decirle?...solo Padre nuestro que estás en el Cielo, acuérdate de los tuyos que pasan calamidad aquí en la tierra...pero no puedo evitarlo. Mi mirada está en Ella. Todos lo saben, desde el costalero que me conoce hasta el celador que me vigila, desde el cirio del último tramo al farol de la primera insignia. Desde las plumas del romano hasta la aun no conseguida bandera pontificia me preguntan a quién busco con la mirada tan perdida, con los ojos empapados, con la sonrisa desprendida en aromas esperados. Terminada la plegaria, a tus plantas voy Señorita.
No sé que rezarte, si hablarte yo pudiera. Ya lo hacen los monaguillos, las varitas y las caramelos. Ellos te piden alegría. Yo derramo lágrimas de impotencia. Ha pasado otro año, otro más a tu vera, que ya es quince de septiembre y queda menos para la primavera, cuando de nuevo te vea en tu palio, de sencillo azul noche con estrellas que son seises que te bailan en la gloria nazarena. Me pesa hasta la capa, he perdido ya la cuenta de las cosas que tenía que pedirte...
Poco a poco, recobro la calma. Me dirijo hacia la puerta. Ahora que no me ve nadie, me destoco con destreza. Salgo al patio y en la sombra del silencio encuentro mi tramo. Me saludan algunos, pocos.
Ya llega la hora. Sale la cofradía, sones de cambios. Y le llega a mi tramo...comenzamos a salir, voy de los primeros. Me queda una bonita tarde sabiendo que Ella viene detrás. Que pena más grande que no me pueda girar para verte tu cara de Madre, tu sonrisa y tu buen andar, que no te llevan costaleros, que son ángeles de blanco costal, que hacen las delicias de las flores del fanal, que solitas toman vida y pareces hasta respirar, y se sale de tu pecho un quejío de soledad...que ya no llora mi Virgen, que ya no llora más...

sábado, 1 de septiembre de 2007

Poder soñar el cielo

Siento la urgente necesidad de verte. A ti, bambalina que danza al son de hermosas melodías; a ti, cera que llora lágrimas de amor. Necesito ver la noche donde la ciudad se apaga esperando a que llegues tras enhiestos capirotes enlutados de negro azabache. Se apaga la llama del amor, del semblante agonizando en la penumbra de la aurora, se termina el último sorbo de cálido aroma que se desvanece tras su cortina de incienso, el sueño de una semana.
El maestro, con la batuta en la mano, marca el compás de la danza. Uno a uno, nombre a nombre, se va formando la cofradía y cuan ejército de amor, silentes respetuosos, hombres de buena fe, piadosas señoras valientes de cara destocada, cruzan el compás de la medianoche. Cruzan el que fuera puente de barcas, ahora esquifes de amor que navegan a la ciudad prometida.
Entre las filas se adivinan banderas inmaculistas de voto sangriento en defensa de la redención, simpecados perdonados por la mano del Señor. Cirios blancos señoriales se confunden con señoriales caballeros, pues en solo una semana se apaga el sueño que nunca termina.
Y de nuevo siento esa llama que me abrasa la razón. No puedo más. No aguanto más la espera, este dolor que me quema sin dejarme escapar. Necesito escuchar el crepitar de la cera, el rachear de los costaleros, el crujir de la madera, ver el resplandor del candelero. Necesito verme en la plata y hasta en algunos espejos que salen portando a cierto Nazareno. No aguanto más la espera para poder tocar el cielo...

viernes, 31 de agosto de 2007

Una Hermandad pilatera...

De entre algunas de las Hermandades a las que pertenezco, una tiene un caballo y otra tiene a Pontius Pilatus encima de sus pasos de misterio. La verdad que no voy a entrar en la polémica de si el caballo es más bonito o más feo, el libro de los gustos no está escrito...y el del mal gusto mejor no escribirlo...
Pues como decía, nos encontramos inverosímiles figuras secundarias encima de los pasos de misterios: un burro, un gallo, un caballo, personajes históricos, como Claudia Prócula, Anás, Caifás, Herodes Antipas...y muchos esclavos.
Lo que desde este artículo vengo a llamar es la necesidad de esas figuras. Algunas hay que reconocer que son de excepcional calidad y que aportan mucho a la comprensión del pasaje bíblico. No obstante, ¿hasta que punto depende la figura principal, la Imagen Sagrada de nuestro Señor, de una figura secundaria?...todo esto viene porque una de estas Hermandades a las que pertenezco ha publicado en la portada de su boletín una imagen en la que aparece el Señor junto a Pilatos, no siendo necesaria la complementación de este segundo en absoluto.
Cuando vemos la Amargura contemplamos a NPJ del Silencio, seguido de 'ante el desprecio de Herodes', pero no es necesario éste para comprender el cautivero de Cristo. Pues lo mismo ocurre con mi Hermandad: yo contemplo a NPJ Cautivo, seguido de 'ante Pilato', que no quiere decir que mi Cristo tengo que estar toda su vida con Pilatos.
Y desde hace unos años, algunos se empeñan en meternos por los ojos esta simbiosis teológica, para ellos tan necesaria como absurda para nosotros. Me da miedo que una de mis Hermandades, sin desprestigiar a ninguna otra, se convierta en una Pilatera Hermandad...

martes, 28 de agosto de 2007

Por ti también rezan los béticos...

Sé que va a ser un tópico. Mañana habrá millones de artículos y recortes como el mío acerca de este hecho, pero no puedo evitarlo. Antes de nada, clamo a los ángeles del cielo que vengan a por él, que entre recortados vuelos desciendan hasta este manatial de salud, donde la ojana veraniega de apodera de nuestras pasiones. Santos de las alturas, mantened la mirada firme ante los ojos del que llega.
Muchos escribirán sobre la muerte de este jugador de fútbol, Puerta. Que nombre tan bello...cuando uno llegaba a una ciudad buscaba la puerta y en todas las casas hay una, por donde se entra. Quizá, él ha sido la llave que por unos días ha unido a esta ciudad siempre en dos dividida. Ahora, desde luego tú también eres esa puerta, ese suspiro que le abre a los que te quieren el resquicio de un lamento contenido o de una oración callada. Te vas muy distinto del modo en el que llegaste, al fútbol digo. Te conocimos después de aquel gol que tranportó a los sevillistas hasta la cumbre de los sueños, donde las noches de mágico espectáculo junto a la Catedral de Nervión se hacían interminables.
Mañana muchos curas sevillistas, y béticos también, pedirán por tu alma en sus oficios. Muchos aficionados mirarán su carnet de socio y te recordarán en tus últimas jugadas y se acordarán de por qué son sevillistas, porque el sevillismo también sufre. Sufre con su ciudad, con su equipo, con sus sueños.
Esta tarde no solo el sevillismo perdió. Perdimos todos los que moramos en este rincón acompañado de la belleza de María. Ahora, tú vas camino de estar más cerca de ella, como de aquella copa a la que nos llevastes a los sevillanos a disfrutar con las glorias futbolísticas. Estas a punto de meter el mejor gol de tu vida Puerta, ahora es cuando no puedes fallar, porque los sevillanos y los sevillistas estamos contigo más que nunca.

domingo, 26 de agosto de 2007

El verdadero patrimonio

No sé cuántas Hermandades hay en Sevilla, más de cien seguro. No conozco el patrimonio de ninguna de ellas ni tampoco sus recursos. Solo sé que todas se gastan elevados presupuestos en bandas, en pasos y salidas procesionales y en ornamento de cultos.

Siempre he defendido que el principal fin de todas las Hermandades es el que viene marcado en las Normas Diocesanas: aumentar y mejorar el Culto Divino. Hasta ahí, todos de acuerdo. No dice nada de pasos dorados, bandas carísimas, exornos florales de alto coste ni nada por el estilo. Eso ya es cosa nuestra, de los cofrades. Quizá, podría denominarse como la 'cosa nostra' de las cofradías, al más puro estilo de la mafia italiana. Por eso digo, que lo principal, el Culto Divino. Y en comunión con ese Culto Divino, naciendo del centro de toda celebración, la caridad. Amor a Dios e, intrinsecamente, al prójimo...como a ti mismo.

Todo esto viene porque hace pocos días apareció la noticia del pobre Rubén, un chico con neurofibromatosis, que no sé a qué enfermedad se refiere, pero que suena muy mal y muy cara de curar. Y curiosamente, un grupo de Hermandades bastante reducido, en comparación con la nómina que integran solo las que hacen estación a La Santa Campana, han puesto de su parte (colaboración económica que se llama) para poder curar al pobre chico.

El grupo de Hermandades es muy peculiar, un total de once: por supuesto las dos grandes empresas del mundo cofrade, Macarena y Gran Poder, como siempre, a la altura de las circunstancias. Del total, tres son ruán y una más de silencio puro, La Mortaja. Las de ruán son Amor, Estudiantes y Vera+Cruz, las dos últimas con pasos en caobas. Después tenemos dos de antier por la mañana, La Paz y Santa Genoveva, demostrando estilo y saber estar. Después, otra del Sábado Santo, La Trinidad; una gloria, Valvanera. Y finalmente, la sorpresa, una de vísperas que salió invitada el Miércoles Santo, el Carmen Doloroso.

Ante todo, sorprendente, porque quitando alguna, no son de las más aplaudidas en La Santa Campana. No veo en esta lista ni a San Gonzalo ni a la Esperanza de Triana, tampoco veo a Los Gitanos, La Estrella, Redención, Los Panaderos...y analizando, al final, parace que siempre cuenta lo mismo: en la Semana Santa hay dos tipos de Hermandades, las que ofrecen espectáculo y las que hacen tener sentido a nuestra fiesta.

Recuerden, no es trabajar un año para un día, sino que ese día sea reflejo de todo el año trabajado.

lunes, 20 de agosto de 2007

In memoriam

Belleza ensimismada
de Dios que se recrea
en la tez desconsolada.
Bendita por siempre seas
clamorosa Virgen Inmaculada
que en palio azul noche paseas.

Versos de plata tallara
mi pluma sobre el incienso
y en otra cosa no pienso
cuando miro el dolor de tu cara.
Flores de marfil cortara
del ramo celestial preparado
con nardos y azahares nacarados
esperando llegar a tu morada.

Con más tristezas y desamores
eres la Virgen que más llora,
la que oye más clamores
de sus hijos que la adoran,
la llaman Virgen de los Dolores
a esta reina redentora.

Posiblemente, esto que sea canto de serafines, Rafa los esté contemplando mientras los querubines bailan como seises a los pies de la Madre de Dios. Junto a él, se sientan los ilustres, nazarenos de Sevilla, que a orgullo vistieron en algún tiempo la túnica de alguna cofradía de esta Mariana Ciudad.

martes, 14 de agosto de 2007

Por mí, reinan los reyes

Cuando el Santo Rey, un castellano llamado Fernando se afincó en Sevilla, tuvo un dulce sueño. En su onírico relato, ya en brazos de Morfeo, soñó con una mujer de belleza incomparable que todo lo puede. Soñó con una reina que le daba fuerza y poder para tomar el trono y soñó que era la Virgen la que le decía 'entra en Sevilla y regálame tu sede, Fernando, pues por mí, reinarás. Tú y tus hijos. Y los hijos de tus hijos'.
Así fue como, al punto de flanquear la ciudad el 23 de Noviembre y consiguir arrebatarle al Cabildo Catedral media seo para los reyes, a Ella le concedió honor y poder, que falta no le hace. Y la proclamó reina de todos los sevillanos. Por Ella, reinan los reyes y hasta a Ella vamos los sevillanos en busca de las tres peticiones que en voz queda y silente se oye a gritos cuando los primeros rayos del alba, colándose entre los nardos, rozan su cara y gotean resplandor desde su palio singular.
Solo tres. Cuadratura perfecta de sensaciones, pues tres es la Trinidad y hasta en el escudo de la villa tres hay, Leandro, Isidoro y Fernando. Y tres son los titulares de la Hermandad de los Nazarenos de Sevilla y tres las virtudes. Fe para soñorte sin verte, para con esperanza aguardar tu día y con amor regalarte el mejor cumplido deseo. Tres son las necesidades, de paño donde llevarte, sepulcro de belleza calmada y escaleras para subir a tu gloria de Madre.
Mañana, Madre, cuando te vea y en tu cara mire, que aun no siendo de mi agrado, te reconozca como Inmaculada Virgen María, sabré que por ti reinan los reyes, que por ti muchas esclavas de su hogar se levantan cada mañana, que por ti luchan muchos hombres para poder vivir en paz. Tú nos haces sentir como reyes.

sábado, 11 de agosto de 2007

Meditaciones ante el Sagrario


Oh, vida preciosa, cuerpo indeleble
que naciste de inmaculada madre
traspasada de dolor.
Purísima Hostia divina, cuerpo mismo del Salvador
que del cáliz de su sangre
nace la Cruz de la Redención.
Luz radiante llena de amor
alzamiento del cuerpo atravesado por el sol
y sangre del costado
mezclado con el sudor
del viejo hombre del campo,
del jornalero del viñador.

Reposa en tu arca, esperanza y fe,
alegría y compasión.
Blanquísima Hostia Sagrada,
pureza misma del sudario
como palomas del campanario
atravesando la mañana de esplendor.

Ave Corpus Christi
con fuego en el corazón,
llama primorosa,
enamorada traspasada con saeta
de arrogancia, trono esperanzador
que abre al punto el purgatorio
sintiendo la eterna Comunión.

Verdad misma infinita
destino y salvación
Trinidad Santa preciosísima
Sangre y Carne de amor.

jueves, 9 de agosto de 2007

A mi dama, en la lejanía...

Se encandila el alma
y se ciega la razón
al sentir el corazón
hallarse en un mar en calma
donde se gana la palma
del martirio y del dolor
pues lejano se encuentra tu candor
que mi pesadumbre me salva.

Ya no siento palpitar el ánima
aunque el sol haga presencia
pues el celeste se niebla
cuando estáis en ausencia
y hasta el pulso me tiembla
si no siento tu esencia.

Bella rosa deshojada
que florece en primavera,
hay de quien para sí te quisiera
tener como buena amada
para contemplar tu mirada
siempre que pudiera
pues brillan tus ojos como el sol de la alborada
y huele tu piel como la brisa marinera,
suave capa aterciopelada
que cubre tu sencillez entera.

Con las estrellas y el firmamento,
con la luz del mediodía,
con los sueños y el pensamiento
mi alma alimento
para llenarme de alegría
pues el mejor de los sentimientos
para ti reservaría
bella dama soñada
la que me acompaña cada día.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Tras los pasos del recuerdo

En las claras de la mañana, ya se rompe el silencio. Como gotas de agua clara abren los rayos de sol el cielo. Cantan los gorriones, las golondrinas y los vencejos en matina deslumbrada por el luto y el duelo. Ya se cierra la madrugada, que pasó el Nazareno, el de la calle de las Armas, el del Valle y el del arrabal trianero. Pasó el Gran Poder camino de San Lorenzo, como lo recordaba mi abuela, con ese sabor añejo.

Pierde el nombre Sevilla, se paran hasta los relojes. Viernes Santo es la aurora que llena de emociones y que lágrimas arroja entre suspiros y oraciones, entre cantigas benditas de saeteros en los balcones. Ya no suenan llamadores entre el redoblar tamboril perdiendo el sentimiento febril ante la muerte del Varón de Dolores. Ya se paran las campanas y redoblan con pique enlutado, estando en la mañana del bendito Viernes Santo, cuando el Silencio rompe la alborada del gentío y del espanto.

Todavía queda la Esperanza del sueño musitado por legiones celestiales que acampan acodados entre la señorial macarena y el humilde bergantín plateado, que con buena brisa navega hacia el puerto desterrado entre el Castillo de San Jorge y el amor destemplado con que aguarda Triana cielos bien hallados.

Espera Sevilla el retorno de esperanza pues mientras una abandona la villa caminito de Triana la otra va regalando sones color esmeralda que lleva prendidas en su pecho con esa gracia sevillana: entre bambalinas que danzan como los seises por la Inmaculada, entre rosas que desprenden su fragancia, pasa la Macarena, pasa la Virgen guapa. Que escrito está en el cielo, que no lo digo yo de mi pluma, pues Tú bajaste de las alturas para cumplir el anhelo de todos los sevillanos que rezaban al Padre Nuestro, pidiendo gloria bendita para entrar en el Edén. Y el Señor de San Lorenzo nos regaló la Pastora Divina, la que acampa en San Gil, en el arco macareno, cuan estrella de la mañana que alumbra la puerta del Cielo, por la que pasan centurias romanas para visitar a Jesús Nazareno.

Todo queda en calma, ya se va apagando el fuego que mi corazón abrasa y me quema hasta el aliento de pensar que me queda un año para cruzar la puerta de mis sueños, vestido con elegante ruán y esparto viejo. Ya queda menos para escuchar la melodía que me abre el pensamiento, que suena a Virgen del Valle al final de donde yo quisiera, de Álvarez Quintero para ver pasar tus espejos por Cuna y Chapineros. Sueño que se agota ante un pasionista nazareno y siento como llega la hora de llevar las cruces en mi pecho, de rojo fuego sangre, inmaculado azul del cielo, cruzar el dintel antonino y postrarme en el silencio, en la penumbra de la capilla, en el ansiado pensamiento donde se apoya el recuerdo de un nuevo nazareno que va tras la Santa Cruz abriendo el cortejo.

Y entre los azahares de una nueva primavera compone Farfán su nueva melodía. Huele a jazmines celestiales cada corchea y cada redondilla que suenan a cante hondo desde el balcón de cada esquina.
Pero ya no suena nada porque se oye hasta la brisa, hasta el crepitar del sol jugando con las nubes. Se apaga la noche y amanece un nuevo día: ya descansan en su trono de gloria el Nazareno y la Esperanza mía. Duerme el Gitano y el Señor de las Tres Caídas reposa junto al centurión pues en ello le va la vida. Ya duermen las azucenas, las rosas y los claveles; un año más Dios vino a la tierra siempre seguido de mujeres que aguantan lluvía intensa de cera.

Se apaga la madrugada y se abre el Viernes Santo. Se terminó la noche soñada, la que esperaba tanto para la que guardaba mi lágrima para ponerla en tu manto y así me recordarás Señora de amaranto, de azahares perfumada en palio de plata comandado hacia la Catedral del Cielo donde te esperan los Santos.

martes, 7 de agosto de 2007

Tiempo de renovación

Es cierto y notorio que, a pesar de los pesares, nuestra ciudad está anquilosada en muchas tradiciones, muchas de antier por la mañana, pero al cabo tradiciones. Otras, algo absurdas aunque aceptadas por el vulgo, son las delicias de la muchedumbre que se agolpa entorno a ellas haciendo de éstas un momento especial dentro del imaginario almanaque de la ciudad donde están apuntadas nuestras tradiciones y que llevan el pulso de la ciudad.

Dentro de las propias cofradías, corporaciones atadas a un lastre inamovible en el tiempo pero que pintan cada cuatro año sus fachadas con cierto aire de renovación sin limpiar el polvo de las estanterías, las tradiciones en su mayoría son de ayer, pero por la tarde, sentando cátedra en muchos aspectos.

Hemos de reconocer que la sociedad actual se define como cambiante como los vientos, soplan según conviene. Y nuestras cofradías deberían adaptarse a ellos. Gracias a los avances tecnológicos, las nuevas formas de comunicación, información, así como las nuevas formas de gestión y organización organizaciones ajenas a las Hermandades son mucho más potentes tanto en los fines como en los medios que los asisten. Es nuestro deber, no inventar nada, sino renovar.

Dentro del seno de las corporaciones cofradieras somos muy dados a cambiar la estética de la misma, como si de un artista nos tratásemos, o bien influir en la estable tradición. Como un neoconverso, algunos judíos de las cofradías cantan misa como el mejor cardenal de Roma, sin haber aprendido latín todavía. Y esto es muy común, pero no de ahora, de siempre. Más que inmiscuirnos en los aspectos superfluos de nuestras Hermandades y de idolatrar imágenes de altísima calidad, en la preocupación constante de sus ropajes cuan maniquí o en el exorno floral, que también son importantes, los propios Hermanos tenemos el derecho adquirido y ganado, y por ende, la obligación, de preocuparnos por la buena marcha corporativa dentro de una sociedad moderna.
Por eso cito 'tiempo de renovación'. Hay que cuidarse por fuera, sobre todo manteniendo las tradiciones de nuestros abuelos, pero también hay que cuidarse por dentro. Una vida de Hermandad plena, una renovación de las reglas que nos rigen, tanto en su contenido como en su forma o los propios fines, que puedan renovarse como la caridad y la formación, pilares fundamentales de las cofradías, deben ser los objetivos principales de los nuevos Rodríguez Ojeda que nacieron sin aguja para coser los verdaderos problemas de la belleza renovada de nuestra ciudad. La Semana Santa, cada año igual pero siempre diferente.

lunes, 6 de agosto de 2007

¿Cantidad o calidad?

Esta ciudad, la que Dios bendijo y quiso que los ángeles desde el cielo bajaran a posarse en la Cuesta del Rosario, está llena de dualidades. Ella misma, fuente infinita de belleza es a la vez narcisista en su naturaleza. Ella misma, Sevilla, se bate en infinito duelo con el otro lado del río, Triana. Y no sé quién por su desgracia podría saberse mejor en Sevilla sin Triana y qué sería el arrabal sin la villa, vieja cava de desgracias.

En Sevilla, como bien ha descrito infinidad de veces el maestro Burgos, están en lucha constante el amor dionisíaco desenfrenado, donde la pasión se arrastra entre macarenos ríos de terciopelo verde y la mejor lluvía de pétalos que hace el arrabal en la calle O'Donnell contra el sentido apolíneo de la belleza, de ese viejo sabor a ruán acartonado y largas tardes a la sombra de paseos por los caminos de luz que brotan de fuentes que desembocan en el Pasaje de Andreu. Se bate la villa en el constante duelo fútbolístico, donde esta vez, a pesar de mis colores, gana por goleada el semblante palangana sobre esa Turris Fortísima al final de La Palmera. Como en la Exposición del 29, los sueños del Betis se rompen al final del camino...

Y una nueva dualidad está apareciendo. Como siempre, en el campo de la Semana Santa, por supuesto. Antes de abordar el tema, reconocer que como hecho religioso y cultural, pues la religión forma parte de nuestra cultura además de que el hombre es un ser intrínsecamente religioso, la Semana Santa y las cofradías en general son elementos cambiantes que han condicionado y condicionan nuestra ciudad y nuestra sociedad local, introduciéndose en todos los campos que la misma pueda abarcar.


Pues como iba diciendo, ha aparecido una nueva dualidad, aunque antiquisima, reinventada y adaptada a nuestra cultura cofradiera. ¿Cantidad o calidad? Este es el hecho en sí, y lo ejemplifico yendo al grano directamente: ¿Prefieren los dirigentes de nuestras cofradías muchos Hermanos de calidad ínfima o pocos Hermanos de una calidad notable? No me refiero a que haya Hermanos de distintas categorías, me refiero al compromiso y participación dentro de la propia Hermandad. Los datos, analíticamente, hablan por sí mismos. No es concebible que haya Hermandades que estén entre los 4000 y los 7000 Hermanos de los cuales la participación es casi nula. Por no hablar ya de los que solo aparecen para la Estación de Penitencia o los que ni eso.

De este problema tienen la responsabilidad las Juntas de Gobierno: ¿queremos muchos 'Hermanos capiroteros' que se dediquen a pagar sus cuotas y molesten poco por la Casa-Hermandad o, por el contrario, queremos ser pocos pero con una verdadera vida de Hermandad?

La sartén está por el lado de los dirigentes de nuestras corporaciones, que por supuesto, siempre contestarán que 'mientras más Hermanos, mejor' pues poderoso caballero es don dinero. Pero no olviden las consecuencias: un cuerpo de Hermanos 'analfabeto' cofradieramente hablando o un bajo sentimiento de la propia Hermandad puede acabar acarreando problemas de idolatría, fiebre de corneta-costal y otros hechos extraños que están desvirtuando nuestra Semana Santa.

Señor Hermano Mayor

Así es como debería ser el trato a los máximos responsables de nuestras corporaciones. Es más, a algunos, les podría algún título del tipo 'serenísimo señor' o 'su excelencia'. Desde luego, huelga decir que algunos se lo han ganado a pulso por su buena labor y su saber estar, siendo su única persona referente máximo del estilo y forma de vivir su Hermandad.
Sin embargo, hay una nueva clase emergente de Hermanos Mayores, los cuales creen que su cometido es realizar todos los cargos, estar en todos los frentes y que tienen ese pequeño complejo por el cual piensan que sin ellos su Hermandad no funciona. Son capaces de desacreditar a oficiales de junta por tal ser auténticos protagonistas de su Hermandad, no les importa las divisiones internas con tal de permanecer en el cargo aferrándose al yerro dorado cuan auténtico bastón de mando, pensando que su corporación es el centro de esta villa y ellos, señores que campan cuan Cid por los campos del Guadalquivir.

Hermanos Mayores, desde este pequeño rincón les ruego que vuelvan a ser esa clase única en esta Sevilla, donde el sol luce tres veces al año, como deberían hacerlo sus varas nada más. Vuelvan a ser despreocupados con sus oficiales, que ellos ejecuten sus cargos de la mejor manera posible. Creo que la figura del 'Hermano Mayor moderno' pasa por convertirse en un relaciones públicas de la Hermandad. Tiene que ser el Hermano Mayor de todos los Hermanos, los que lo votaron y los que no; tiene que ser punto de referencia y centro de encuentro de los Hermanos, viendo en él una figura y modelo a seguir de cómo es y debería ser su Hermandad, de cómo son y deberían ser sus Hermanos, su forma de comportarse y su forma de actuar, para con sus Hermanos, los demás cofrades y en la propia cofradía.

Y sobre todo, vivan y dejen vivir, no inmiscuyéndose en todos los asuntos de la Hermandad, ya sean o no de su competencia. Porque, y aunque pasen los años, ustedes seguirán pensando que deben dejar su huella imborrable en el seno de la corporación. Si así no lo hicieren, no serían nadie. Claro está, ese es su pensamiento. ¿Qué pensarán los Hermanos? Eliminen de sus mentes la famosa cita cofradiera 'nosotros trabajamos con todo nuestro esfuerzo y amor' y seamos un poco más profesionales, incluso con el trato con los Hermanos, que deberían sentirse en sus Casa-Hermandad más mimados que en El Corte Inglés. Tristemente, no es así.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Cristo de Nervión

¿Qué pasará, Señor, cuando tu mirada
clavada en mis ojos no vea?
¿Estarás a mí lado, Dios mío, aunque sea
en la noches de voces callada?

Señor que ya no mueres
en la exaltación de la Cruz,
que caminas triunfante por Nervión
repartiendo de tus llagas la Luz
que ha de aliviar este dolor.

Sigues siendo Varón de Dolores
que aguardas solitario en tu morada,
en aquel retablo de amores
y a los pies, María de San Juan acompañada
ambos musitan oraciones
para calmar la sed desconsolada
pues tus penas son amores
de dulce noche estrellada,
de Viernes de fervores
de mañana inmaculada
en un miércoles de peticiones
donde ya no se mueve ni la Giralda
contemplando sensaciones
de estaciones abandonadas
en los Viernes de Dolores
donde salía Cristo sin su rosa destemplada,
bella flor de candores
y estrellas adornada.

¿Qué pasará, Señor, cuando tu mirada
clavada en mis ojos no vea?
¿Estarás a mí lado, Dios mío, aunque sea
en la noches de voces callada?

Cuando ya no te vea
en la gloria de Nervión estaré,
junto a Dios que se recrea
con la más bella flor de Nazaret
por nombre Consolación, ‘Mater mea’
junto a su Hijo, el Cristo de la Sed.

martes, 31 de julio de 2007

El atrio de Sevilla


Líbreme Dios de intentar copiar aquella hermosa composición que dibujara con sus versos Lacava sobre este glorioso atrio. Pero se me ocurre, que del mismo modo que el Nazareno nos deleita en las tardes de la canícula con su dulce melodía de arpa, podría elogiar ese trozo de cielo que nos regaló Dios para tenerlo en Sevilla. Nuestra Sevilla particular...un retal escondido entre nombres de viejas calles, un rincón perdido entre noches innombrables, ya sea por indescriptible belleza o por censurable expiación de los mejores pecados que en esta tierra se comenten en los sacrosantos lugares mejor guardados.


Hay dos formas de andar, cuando te lleva un soplo de brisa, lenta, que casi roza el polvo de la pizarra que pavimenta algunas calles; y cuando en la calma veraniega, la calima nos azota sin perdón ni compasión. Así, en los pasos y en los versos perdidos, de cielos de que se fueron y nunca vivimos, en las miradas ocultas y en los chasquidos olvidados de la primavera, con el ánimo dócil pasos ponemos hasta este rincón. Y al llegar, atrio de bienvenida. Tantas cosas pasan en este atrio, que casi podría decirse que la vida de tan bella cofradía nace, crece y muere en él. Y casi es así.

Cuando la luna de Pescevere hace su Entrada Triunfal en la Jerusalén de Sevilla, solo se escucha el chirriar de la puerta y al final del día el tañir de un muñidor. Cuando el Valle de Sevilla fija en la Anunciación de cofradía el final de su recorrido, cuando la Pasión del Señor parece tocar su fin, entonces, se apagan las luces. Y como un foco que alumbrara ese bello patio, inconfundible, tan señorial y tan mundano; tan pobre y humilde que hasta los franciscanos le tienen envidia, no por la humildad sino por la soberbia de querer estar en él a la hora fijada, del propio patio nace un sueño, nace la cofradía.

Y cuando en el patio se haga el Silencio, será porque el Silencio ya está en las calles de Sevilla. Suena el Silencio cuando pasa por Sevilla y en el antonino convento inundado de Silencio, inmaculado vacío se contempla en hornacina de oro que todo valor lo pierde sin el Señor que lo guarda. Silencio en el campanario, en la sala y en la capilla. Silencio guarda San Antonio porque el Silencio recorre Sevilla, entre nazarenos espigados y servidores de propio Papa, que hasta su Santidad rodilla en tierra pone cuando pasa el Nazareno, aquel que fue concebido de la Inmaculada divina Señora del Alma mía...

Se hará atrio de silencios cuando el Silencio vuelva al atrio de Sevilla...pues en la propia calle Real, ya tiene Sevilla su propia entrada, que nadie entra en Sevilla sin ver a la Inmaculada en la capilla antonina.

domingo, 29 de julio de 2007

Las nazarenas del Gran Poder

Mucho se ha dicho y escrito, sobre leyendas del boca a boca, que dentro de las filas de la Cofradía del Traspaso y de la que reside en el exclaustrado Convento de San Antonio Abad, la de la Santa Cruz, que entre sus nazarenos podían adivinarse manos de mujer, formas de mujer.


Eso, que llega hasta nuestros días, era algo que ninguno sabríamos a aclarar con certeza, porque en la tibia madrugada de Sevilla, entre ruanes y espigados capirotes, es difícil adivinar tan bella silueta, más si cabe que toda la atención la retienen otras bellas formas, como la tranquila cabezada de dos Nazarenos, uno que la reposa sobre su hombro y otro que no mira al frente. Entre las filas del Silencio, Él es el único que incumple la regla. Bendita regla que nos dio el Señor, pues solo él es capaz de cumplirla aun saltándosela.


Y la mujer, la bella escondida en nuestra Semana Santa, ahí sigue. En su caminar constante y callado, siempre en un segundo plano aun siendo protagonista. ¿Qué más bello en Jueves Santo que la dulce mirada de una joven de mantilla?...el adivinar su mirada tras el encaje hace aun más emocinante el encuentro entre el nazareno y la dama...


¡Pero por supuesto que siempre tuvo nazarenas el Gran Poder! Mujeres que luchan por su vida, que necesitan de Dios en la Tierra para seguir adelante. Eso sí que es maestría de caminantes y dulzura en el semblante, que belleza en la hechura pues es hermosura de sutileza ver a una mujer en su grandeza arrodillarse ante el trono de la gloria que pasea 'racheao' por las calles de Sevilla. Y van calladas y orantes, y van sufriendo el frío de la noche. Son mujeres de coraje que caminan tras el Señor, sin importar lo que digan en la noche y soportando el chaparrón, chaparrón de cera que les cae de los nazarenos del Señor.

domingo, 22 de julio de 2007

Como Tú, ninguna...


¡Qué dulzura en el semblante,

qué belleza y qué finura,

normal que los ángeles te llevaran a las alturas

porque Dios quería tenerte delante!

¡Ya lo dijo Buzón antes

y no quiero que quepa la duda

que como Tú, ninguna,

ni con más poderío ni con más arte!

jueves, 12 de julio de 2007

Un pregón a Sevilla

Le debo un pregón a Sevilla. Le debo un piropo, un halago o un sueño. Aun no le he cantado las maravillas a los rincones que no tienen cofradías o a los que las tuvieron y ya no pasan. A los cielos que perdimos, les debo una disculpa porque todavía no me he postrado ante ellos. A los canónigos que duerme eternamente engrosando las raíces de nuestra Magna Hispalensis.
A tantos tontos de capirote, les debo mi respeto. Porque son ellos los callados hacedores del sueño constante que se repite incesante en la floreciente semana que, como ramillete de primavera, colorean las calles que nos ven pasar a diario. A tantos artistas, a tantos escritores, a tantos escultores, doradores y tallistas. A todos ellos, les debo un momento de silencio. El silencio es el mejor signo de respeto, pues ya solo guardamos silencio ante El Silencio, y decir Silencio es decir arrodillarse ante Dios.
Pero también les debo un agradecimiento profundo al viento y al sol, que sin quererlo, adornan mis poemas en el mismo día, pues cae el Sol en la penumbra del Jueves Santo y sopla la brisa la constante cuando Triana viene a Sevilla. Que serían mis ripios sin ellos, sin el dulce soplo del aroma que emana por la bóveda de los sueños; que sería mi palabrería barata sin el resplandor de la verdad que se escapa de nuestros sentimientos. ¿Brillaría Sevilla más que el Sol si el astro rey no tuviera su corazón en Sevilla?
Y que no se olvide a mi mente recordar al ansiado lector que le debo a la ciudad todo lo que soy. Separarme de ti no sería más que una triste torpeza pues hasta mi corazón navega junto al Escapulario que pende de una capilla de Triana. Que no se me olviden las cofradías de los barrios, torrentes amor que circundan un corazón lleno de luces. Luces de cirios que consumen lentamente las ilusiones que cada año renovamos después del 6 de Enero.
Por eso, le debo un pregón a Sevilla. Le debo un pregón a la gloria en la Tierra. Le debo un pregón a Dios mismo por haberme puesto en este suelo que todavía tenemos, en esta ciudad de María Santísima donde cada año, a las puerta del siguiente, entre ángeles custodios, entre ramos de azahares y entre cantos y plegarias baja María cada ocho de diciembre.
Y en ese pregón tendrá una línea el costalero, el ramo y el fanal. Tendrá su verso el encedeor, el nazareno y hasta el capataz. Que no se me olvidá 'El aguaó', ni el acólito ni el paso de la Santa Faz. Tendrá sitio en ese pregón Antonio Burgos, Paco Robles y Buzón. En ese pregón cabe la Semana Santa entera, caben los lectores y los espectadores, y hasta por caber caben aquellos que cada noche se acuestan con la Madre de Dios en la mente, con los que sueñan despiertos en cada Madrugá, los que piensan que cada Domingo de Ramos renace la ciudad. Caben los soñadores, los ilusionistas y los prestidigitadores de esta urbe que tan bendita la hacen en el ocaso de cada noche.

miércoles, 11 de julio de 2007

Perder las palabras


Hace una semana, siete días de este 'siete del siete' que no escribo nada. Tal fallo cae sobre la pena del trabajo, y la culpa de mi delito no es lavable con ninguna lluvía de Viernes Santo. Por ello, no quiero aburrir a mis pocos lectores con ripios aburridos y repetidos, a veces cansinos y demasiado edulcorados, con una rima tan pésima como la prosa. Expuestas todas estas razones solo diré lo que leía hace poco en el Evangelio de San Juan: 'Al principio, solo estaba la Palabra'. Pero con algunas imágenes, es precisamente lo que perdemos...


miércoles, 4 de julio de 2007

Sevilla

Escuché de un Reverendo Lanzafame, venido desde Catania, afincado en Francos y señor de la Capilla del Rosario y del Templo Gitano, que Sevilla sin cofradías es sosa, parece apagada, pierde la vida que hay en ella. Y casi tenía razón, pues hasta el Cabildo Eclesiástico (el otro Cabildo es el Municipal) se saca cofradías de la manga, véase la de San Fernando.
Y traigo la vista esta foto, que no sé a ciencia cierta qué sitio es, pero deja clara muchas cosas. Esta Bendita ciudad de María Santísima es un trozo del Edén en la Tierra, y quizá, esa plazuela que apostaría que es la de Santa Marta, un recoveco en la vitalidad de nuestra ciudad que ya no cierra ni por vacaciones.
Sevilla son calles infinitas, trazadas por las sombras de sus fachadas y vigiladas por Santa Juana; esta ciudad tiene en su título 'Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica': la nobleza de hasta el suelo que pisamos, que en mañanas como la del Corpus se convierte en aromática alfombra para acoger a Dios, y es noble hasta en el viento y en el dibujo de las espadañas de los conventos; es leal a los Santos que en ella vivieron, que ella padecieron; y es heroica, como no serlo ante tan desalmado político que pretende reconvertirla.
Al séptimo no descansó
ángeles del cielo mandó
para que bajarán a esta tierra
y entre día y día soñó
una casa virginal para la esposa del Creador.
Por ti pierde el hombre
el sentido y la razón
y no tiene nombre,
muchos menos comparación,
esta villa tan hermosa
tan llena de color
que Sevilla son sus cielos,
es su suelo y es su olor
y hasta María Santísima,
la que es de Inmaculada Concepción,
entre cantos y letanías
se vino a este resplandor
porque quiso nacer en Sevilla
tan grande devoción
entre azahares y jazmines,
entre la Divina Pastora y la Asunción,
entre las sombras del verano,
entre los trinos del ruiseñor,
entre la brisa marinera
que sopla con tesón.
Nace Sevilla cada mañana
y muere en cada rincón
que lleno está San Fernando
de muchos que perdieron la razón
porque de Sevilla se enamoraron
en los días que relucen más que el Sol,
que son Jueves Santo, Corpus Christi y Ascensión.

lunes, 2 de julio de 2007

Y suena Virgen del Valle...

Quien fuera seise que te coronara
no de espinas sino de estrellas.
Quien fuera saetero que te cantara
que en Laraña no hay Virgen más bella.
Quien fuera viento que te soplara
como brisa serena.
Quien fuera banda que te tocara,
como toca 'Virgen del Valle' Tejera.
Quien fuera candelero que te alumbrara
para iluminar tu cara señera
y que Sevilla entera llorara
cuando tu palio se recogiera.
Quien fuera bambalina que chocara
con el cielo cuando anocheciera
para tocar la gloria sevillana
viendo tu cofradía entera
y, al final, al verte la cara
llorarte, hermosura tan antigua y tan nueva,
que es la Virgen del Valle
la gracia de la primavera.
Y suena Virgen del Valle...