lunes, 6 de agosto de 2007

¿Cantidad o calidad?

Esta ciudad, la que Dios bendijo y quiso que los ángeles desde el cielo bajaran a posarse en la Cuesta del Rosario, está llena de dualidades. Ella misma, fuente infinita de belleza es a la vez narcisista en su naturaleza. Ella misma, Sevilla, se bate en infinito duelo con el otro lado del río, Triana. Y no sé quién por su desgracia podría saberse mejor en Sevilla sin Triana y qué sería el arrabal sin la villa, vieja cava de desgracias.

En Sevilla, como bien ha descrito infinidad de veces el maestro Burgos, están en lucha constante el amor dionisíaco desenfrenado, donde la pasión se arrastra entre macarenos ríos de terciopelo verde y la mejor lluvía de pétalos que hace el arrabal en la calle O'Donnell contra el sentido apolíneo de la belleza, de ese viejo sabor a ruán acartonado y largas tardes a la sombra de paseos por los caminos de luz que brotan de fuentes que desembocan en el Pasaje de Andreu. Se bate la villa en el constante duelo fútbolístico, donde esta vez, a pesar de mis colores, gana por goleada el semblante palangana sobre esa Turris Fortísima al final de La Palmera. Como en la Exposición del 29, los sueños del Betis se rompen al final del camino...

Y una nueva dualidad está apareciendo. Como siempre, en el campo de la Semana Santa, por supuesto. Antes de abordar el tema, reconocer que como hecho religioso y cultural, pues la religión forma parte de nuestra cultura además de que el hombre es un ser intrínsecamente religioso, la Semana Santa y las cofradías en general son elementos cambiantes que han condicionado y condicionan nuestra ciudad y nuestra sociedad local, introduciéndose en todos los campos que la misma pueda abarcar.


Pues como iba diciendo, ha aparecido una nueva dualidad, aunque antiquisima, reinventada y adaptada a nuestra cultura cofradiera. ¿Cantidad o calidad? Este es el hecho en sí, y lo ejemplifico yendo al grano directamente: ¿Prefieren los dirigentes de nuestras cofradías muchos Hermanos de calidad ínfima o pocos Hermanos de una calidad notable? No me refiero a que haya Hermanos de distintas categorías, me refiero al compromiso y participación dentro de la propia Hermandad. Los datos, analíticamente, hablan por sí mismos. No es concebible que haya Hermandades que estén entre los 4000 y los 7000 Hermanos de los cuales la participación es casi nula. Por no hablar ya de los que solo aparecen para la Estación de Penitencia o los que ni eso.

De este problema tienen la responsabilidad las Juntas de Gobierno: ¿queremos muchos 'Hermanos capiroteros' que se dediquen a pagar sus cuotas y molesten poco por la Casa-Hermandad o, por el contrario, queremos ser pocos pero con una verdadera vida de Hermandad?

La sartén está por el lado de los dirigentes de nuestras corporaciones, que por supuesto, siempre contestarán que 'mientras más Hermanos, mejor' pues poderoso caballero es don dinero. Pero no olviden las consecuencias: un cuerpo de Hermanos 'analfabeto' cofradieramente hablando o un bajo sentimiento de la propia Hermandad puede acabar acarreando problemas de idolatría, fiebre de corneta-costal y otros hechos extraños que están desvirtuando nuestra Semana Santa.

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