martes, 7 de agosto de 2007

Tiempo de renovación

Es cierto y notorio que, a pesar de los pesares, nuestra ciudad está anquilosada en muchas tradiciones, muchas de antier por la mañana, pero al cabo tradiciones. Otras, algo absurdas aunque aceptadas por el vulgo, son las delicias de la muchedumbre que se agolpa entorno a ellas haciendo de éstas un momento especial dentro del imaginario almanaque de la ciudad donde están apuntadas nuestras tradiciones y que llevan el pulso de la ciudad.

Dentro de las propias cofradías, corporaciones atadas a un lastre inamovible en el tiempo pero que pintan cada cuatro año sus fachadas con cierto aire de renovación sin limpiar el polvo de las estanterías, las tradiciones en su mayoría son de ayer, pero por la tarde, sentando cátedra en muchos aspectos.

Hemos de reconocer que la sociedad actual se define como cambiante como los vientos, soplan según conviene. Y nuestras cofradías deberían adaptarse a ellos. Gracias a los avances tecnológicos, las nuevas formas de comunicación, información, así como las nuevas formas de gestión y organización organizaciones ajenas a las Hermandades son mucho más potentes tanto en los fines como en los medios que los asisten. Es nuestro deber, no inventar nada, sino renovar.

Dentro del seno de las corporaciones cofradieras somos muy dados a cambiar la estética de la misma, como si de un artista nos tratásemos, o bien influir en la estable tradición. Como un neoconverso, algunos judíos de las cofradías cantan misa como el mejor cardenal de Roma, sin haber aprendido latín todavía. Y esto es muy común, pero no de ahora, de siempre. Más que inmiscuirnos en los aspectos superfluos de nuestras Hermandades y de idolatrar imágenes de altísima calidad, en la preocupación constante de sus ropajes cuan maniquí o en el exorno floral, que también son importantes, los propios Hermanos tenemos el derecho adquirido y ganado, y por ende, la obligación, de preocuparnos por la buena marcha corporativa dentro de una sociedad moderna.
Por eso cito 'tiempo de renovación'. Hay que cuidarse por fuera, sobre todo manteniendo las tradiciones de nuestros abuelos, pero también hay que cuidarse por dentro. Una vida de Hermandad plena, una renovación de las reglas que nos rigen, tanto en su contenido como en su forma o los propios fines, que puedan renovarse como la caridad y la formación, pilares fundamentales de las cofradías, deben ser los objetivos principales de los nuevos Rodríguez Ojeda que nacieron sin aguja para coser los verdaderos problemas de la belleza renovada de nuestra ciudad. La Semana Santa, cada año igual pero siempre diferente.

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