domingo, 29 de julio de 2007

Las nazarenas del Gran Poder

Mucho se ha dicho y escrito, sobre leyendas del boca a boca, que dentro de las filas de la Cofradía del Traspaso y de la que reside en el exclaustrado Convento de San Antonio Abad, la de la Santa Cruz, que entre sus nazarenos podían adivinarse manos de mujer, formas de mujer.


Eso, que llega hasta nuestros días, era algo que ninguno sabríamos a aclarar con certeza, porque en la tibia madrugada de Sevilla, entre ruanes y espigados capirotes, es difícil adivinar tan bella silueta, más si cabe que toda la atención la retienen otras bellas formas, como la tranquila cabezada de dos Nazarenos, uno que la reposa sobre su hombro y otro que no mira al frente. Entre las filas del Silencio, Él es el único que incumple la regla. Bendita regla que nos dio el Señor, pues solo él es capaz de cumplirla aun saltándosela.


Y la mujer, la bella escondida en nuestra Semana Santa, ahí sigue. En su caminar constante y callado, siempre en un segundo plano aun siendo protagonista. ¿Qué más bello en Jueves Santo que la dulce mirada de una joven de mantilla?...el adivinar su mirada tras el encaje hace aun más emocinante el encuentro entre el nazareno y la dama...


¡Pero por supuesto que siempre tuvo nazarenas el Gran Poder! Mujeres que luchan por su vida, que necesitan de Dios en la Tierra para seguir adelante. Eso sí que es maestría de caminantes y dulzura en el semblante, que belleza en la hechura pues es hermosura de sutileza ver a una mujer en su grandeza arrodillarse ante el trono de la gloria que pasea 'racheao' por las calles de Sevilla. Y van calladas y orantes, y van sufriendo el frío de la noche. Son mujeres de coraje que caminan tras el Señor, sin importar lo que digan en la noche y soportando el chaparrón, chaparrón de cera que les cae de los nazarenos del Señor.

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