
Y para hacer este arca, este bello paso que la lleva entre el silencio de los nazarenos, se inspiró en la veneciana Catedral de San Marcos.
Como si de Brunelleschi, Vermendo Resta o Alberti se tratase dibujando en el horizonte el encargo del Papa Julio II para el Vaticano, Cayetano González nos deja para el recuerdo este bello tesoro de plata con la majestuosidad de que no es más que silla gestatoria llevada por sediarii hasta la puerta de la gloria.

Y solo puede ser admirado ese palio, que curiosamente recorta el viento con bambalinas de metal, por la cola. Una cola que se encienda y se apaga en la mitad de la noche. Es el remate bellísimo de una intensa fila de nazarenos que rasgan el cielo con sus capirotes. Es una Madre para sus mil hijos que la acompañan. Es un palio para una reina que ya descansa.
Aquí al lado, el podría a ver sido el paso del Stmo. Cristo de las Tres Caídas, sin el misterio de Castillo Lastrucci...una pena, hubiera ganado mucho.
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