lunes, 25 de junio de 2007

...el día de San Lorenzo

Ya pensé una vez en escribir mi rara vida cofrade. Pero esta vez, las palabras del Aguaó me animan a hacerlo. Realmente es una peripecia, pero tiene su punto y hasta gracia.
De una familia de poca tradición cofrade, ninguna, pero con una madre piadosa y un padre bautizado a los pies de la Esperanza Macarena, comienza mi 'currículum cofradiero'. Al poco de nacer, mi pía madre quiso hacerme hermano de una cofradía, por lo que estuvo dubitando entre la señera Hermandad de La Calzá y la novísima Hermandad de La Sed. Al entrar un día en una tienda del barrio le preguntó a la dependienta, de prolongada carrera cofrade, cuál era la corporación más conveniente, sin saber mi madre que la susodicha era antigua vecina de Nervión y que le respondería con esa Hermandad, La Sed.
Con el paso de los años, nos hemos dado cuenta de que fue una gran elección. No lo digo ya por sus Titulares, que me encantan aunque tenemos que reconocer que es una Hermandad que le queda mucho trayecto y un largo camino, lo digo porque mi madre me hizo hermano de esa bendita Hermandad sin saber que la festividad de Santa María de Consolación se celebraba el día 8 de septiembre, casualmente, el mismo día que su aniversario de bodas. Con los años, mi hermano menor, nacería también en el citado día.

A los pocos años de aquello, en 1994 se fundó la Hermandad de mi barrio, la Hermandad de los Dolores de Torreblanca. He salido en ella desde que me hiciera hermano, es decir, trece años vistiendo todo tipo de hábitos en ella y es para mí un orgullo como esta Hermandad se va abriendo paso entre ilustres Cofradías, como la suya del Traspaso, de la cual tiene muchísimo que aprender. Como podemos observar, hasta ahora, dos cofradías elegidas por mi madre.

Pasaron los años y comence a tener conciencia cofrade. Entonces me enamoré de una vecina de la Calle Larga de Triana, una vecina llena de Pureza que camina siempre detrás de un 'caído', como nosotros. Me hice hermano de la Esperanza, esta vez, por voluntad propia. Y no me gusta esta Hermandad precisamente por la noche mágica en la que sale, más bien por momentos recogidos y llenos de emoción, como los traslados a Santa Ana, el Triduo de Navidad o el Corpus. Cuando uno siente Triana siente otra Semana Santa.

Y finalmente, la creo que es la cofradía de mis amores. La Primitiva Hermandad de los Nazarenos. Fue poco a poco, una vez fui a la capilla; otra, le recé a María Santísima. Pasaba las tardes allí, escuchaba Misa entre la calima del verano y el crepitar de las velas encendidas. Este año 2007 fue la primera vez que me vestí de ruán.

Solo hago estación en tres de ellas, excepto en la Esperanza de Triana. Pero me vuelven loco otras muchas, especialmente la Amargura y la Hermandad de los Toneleros, que son fuera de serie. Por si le interesa y le parece curioso, mi cumpleaños es el día de San Lorenzo y me bautizaron el día de San Francisco de Asís...

1 comentario:

el aguaó dijo...

Amigo Camarlengo, tienes un magnífico curriculum cofrade.

Ese es quizás "mi problema", y lo pongo en comillas porque es una frase hecha y no un agravante en realidad. Yo tengo muchísimas hermandades dentro de mis predilecciones, y no sabría elegir una cada día. Mi Hermandad siempre ha sido la del Gran Poder. Cuando era pequeño, conocí a mi abuelo con una edad avanzada para salir, pero sabía que fue nazareno del Señor, y que lo seguía siendo, pese a no poder seguirle ya debido a la edad. Con el tiempo, comencé a Visitarlo cada vez que iba al centro, hasta que decidí hacerme hermano, primero sin salir, y pasado unos años, vistiéndome de ruán y esparto para Acompañarlo por las calles de nuestra eterna Sevilla. Por aquel entonces, lo que me había cautivado de pequeño se había convertido en una exacerbada pasión sin límites, y ya adoraba esa Semana Grande llena de detalles y pormenores, que embellecen más si cabe, nuestra querida ciudad.
Disfruto todos los días al máximo, para ajustarme el cinturón de esparto la Madrugá del Jueves Santo y llegar a San Lorenzo por el camino más corto. Viernes y Sábado Santo, paladeo el fondo de ese principio del fin, anunciado por el portazo de las puertas de la Parroquia de San Lorenzo, sobre las doce y media de la noche, cuando la mayoría de los allí congregados pensamos: "Hasta el año que viene, si Dios quiere", y nos cubrimos con esa Tristeza Necesaria que contaba hace unos meses en mi humilde rincón.

Un fuerte abrazo amigo.