miércoles, 26 de marzo de 2008

El recuerdo

Mientras escribo estas líneas me invade la nostalgia. Ya todo ha pasado, de esa palabra viene 'Pasión', de pasar. Más rápido de lo que quisiéramos. En fin, de nada vale ya la pena. Para pena, la de la Macarena; para dulzura, la de la Amargura; para belleza, la de las Tristezas; para dolor, el Amor; un silencio que me calle, la Virgen del Valle; una mañana, en Triana. Ripioso me vuelvo cuando recuerdo aquella semana que ya queda en el olvido. Alguno por ahí se dedicará ahora a hacer anales de una semana para que nos recreemos el resto del año.
Escribo hoy, para regalaros el mejor momento de mi semana. Esta vez, amigos y estimados lectores, no os hablaré de ninguna de mis devociones ni de la fiesta, tampoco de la ciudad ni de ninguna fotografía. Y como no tengo ninguna fotografía del momento, intentaré describirlo lo mejor y al máximo detalle posible.
Viernes Santo. Día espléndido como hace muchos años. Manuel Santizo me llama para ir a trabajar de mozo en la Archicofradía de las Tres Necesidades, ahí es ná. El maestro del encendío de nuestros palios, aquel que proviene de aquellos que alumbraban las calles de la ciudad y que ahora se dedican a dar luz a nuestros Cristos y Vírgenes, me llama para trabajar para los ilustres carreteros. Solo con sentirme cerca del Mayor Dolor en su Soledad, me conformaba.
El día trascurrió con normalidad, al igual que casi toda la semana, con luces y sombras. Ya habíamos dejado atrás momentos sublimes como el paso por la plaza del Triunfo, la calle Temprado o la misma salida de la cofradía. Nos disponíamos a internarnos en el barrio de la Carretería, el viejo barrio de niñas malas y marineros de agua dulce que llegaban al puerto venidos de todos los rincones del mundo. Eran, más o menos, las diez de la noche. La luna, alta en el cielo, de plata vestida y redonda en su plenitud, coronaba el celeste. La calle Rodo, se disponía a abrazanos entre sus estrechas paredes y el calor de la gente se mezclaba con el calor de las velas. Sonaba 'Soleá, dame la mano'. Hacía pocas horas que no muy lejos de allí la vieja esperanza de Sevilla hay dejado atrás soledades de cárceles olvidadas. El suelo se había convertido en una alfombra de adoquines engalanados de cera blanca que brillaban entre los pies de los que allí pasábamos. Ya casi terminaba la marcha y ya casi llegábamos a la esquina de la Varflora. Todo comenzaba a terminar.
Y cuando se me iba el último suspiro, miré al cielo de ese palio, a la cabeza mecida de esa Virgen y su manto vegetal. Sin querer, desvié la vista hacia uno de los balcones de la calle. Como ya he dicho, la estrechez de las calles de este barrio propiciaban una cercanía inusitada. Desde aquel balcón de paredes blancas, de inmaculada pureza, eran las manitas de unos niños las que querían tocar la Semana Santa en la arboleda del palio de la Carretería. Querían atraparla y quedársela para ellos. Lo intentaban y casi rozaban la bambalina, que como dijera Rodríguez Buzón, a compás también la iba acompañando.
Aquellos niños me trasladaron a la semana que aun desconocemos, la que ellos se inventan cada año, cada día. Ellos son juventud, pureza, esperanza, caridad, fe floreciente, amor incansable, aguante y pasión por una de las fiestas más bellas del mundo.
Vaya mi retal por esos niños, que aun soñarán con arrancar el azul del cielo del Viernes Santo de la bambalina de un palio que pasaba por allí, el de los buenos carreteros.
Pd. Ya sé lo que se siente siendo aguador. Es muy reconfortante.

jueves, 13 de marzo de 2008

Triduo de Pasión. Segundo día.

Jueves. Día eucarístico y de fiesta. Se avecinan los últimos cultos a los titulares pasionales. Mañana cumple mi abuela setenta y cienco años. Hoy jueves es un día especial. Sé que no son horas. Os debo este ejercicio. El Divino Cisquero siempre me aguarda.
¿Una oración?
Dios bendito, creador de las cosas buenas. Perdón ante todo. Disculpa las ofensas y las vanidades, los orgullos y las malicias. Perdona las inoportunidades y los rencores. Siempre entre nosotros, desde San Antonio Abad hasta San Lorenzo, desde el Museo hasta la calle Castilla. Danos el pan que se cuece en la calle Orfila porque 'Ego sum panem vivus'. Desde el cielo vendrás a acampar en Sevilla para morir en la Carretería y dormir junto a los tranquilos estudiantes de Sevilla. Tu nombre será aclamado desde la sencillez de los niños del Salvador hasta la oración perpetua de los penitentes de la Pasión. 'Sed libera nos a malo' ¿qué más puedo pedir?
Estos son mis últimos pecados. Gozar de tu reino en siete días y acompañar a tu Madre en el tránsito hasta el Calvario. Dios mío bendito, si Tú eres la gloria, ¿qué hay después de Ti? Si vivo sin vivir en Ti, ¿tú serás mi calma? Cuando me despierte, que sea tu rostro lo que vea.
Bajo tu manto, Señora, me amparo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Triduo de Pasión. Primer día.

Solo tres días para la Semana Santa. Más bien, cuatro. Porque la Semana Santa, que es una semana, materialmente, comienza el Domingo de Palmas y termina con el Sábado Santo, antes llamado de Gloria.
Creo que está todo dicho. ¿Algún retal suelto? Ya están todas las plumas en los cascos de los romanos, todos los clavos fijados en los maderos, todas las velas en los candeleros, todas las bambalinas callan junto a los varales. Ya están todas las banderas en las astas y todas las varas esperan una mano que las porte. Los capirotes aguardan antifaces y las letras de las papaletas de sitio hacen sopas de letras durante la noche, esperando el día y la hora señalados. Los palermos reservan sus chasquidos y las canastillas encierran secretos de una sola noche.
Es la cuenta atrás. Se oye el primer golpe del pertiguero. Solo quedan unas horas para que todo se haya consumado, para que el clavel resplandeciente se marchite en la jarra, para que la cera llore de pena el final de una tarde trasnochada. Ya suspiran las bambalinas para que no llegue esa tarde amarga en la que del cielo llueven pétalos para servir de alfombra floreada.
Y cuando en el palquillo oigamos esa 'Palabra de Amor' de un dulce infante pidiendo permiso a Sevilla para que de una inocente mano llegue a las puertas de esta Jerusalén, de esta ciudad eterna, la Semana Santa, el padre Cué desde la gloria volverá a repetir al poeta que 'por tu verso y por tu alma, bendito seas'. Todo se habrá consumado.
Sin prisa, ya están en la memoria el encendedor y el acólito, el nazareno y el penitente, el muñidor y el servidor, el oboe y el fagot. El tambor y la corneta ya reposan complacientes; esperan la Santa Espina y el Lignum Crucis, la cola y la capa.
Cuando abramos los ojos, todo habrá terminado. Habrá sido un sueño fugaz, en el que siempre estamos atrapados.

lunes, 3 de marzo de 2008

...la tradicional subida...

Leo en la web de una hermandad de penitencia que este viernes será la tradicional subida de la Imagen Cristífera a su respectivo paso de misterio. A simple vista, 'nihil novo sub solem' (perdón por mi horrible latín). Lo llamativo y curioso, es todo lo que circunda a la palabra tradicional, conociendo las circunstancias, además, en las que nos encontramos.
Para que nos entendamos, tradicional es la bajada de la Asunción de Cantillana o el Vía+Crucis del Santo Entierro. Tradicional son las protestaciones de fe, las comidas de Hermandad en la Cuaresma o el Quinario al Cautivo de San Ildefonso. Lo tradicional es todo aquello que, por iniciativa popular y ayudado por alguna institución, o viceversa, constituye una parte viva 'no escrita' de lo cotidiano.
Así, no entenderíamos que el fiscal de la Santa Cruz de la Archicofradía de Jesús Nazareno hablará en el palquillo para pedir la venia. Tampoco entenderíamos la inexistencia del besamanos de la Macarena, el paseo de los capitulares en la mañana de Corpus hasta la Catedral o la inexistencia de los Monumentos del Jueves Santo. Eso son tradiciones.
En este caso, hablamos de la subida pública de un Titular a su paso, algo que se inventó antier por la mañana, en una Hermandad que apenas acaba de despegar y con paso de misterio aun sin terminar. Admito que se haga el acto, admito que la Junta de Gobierno adelante el Quinario al citado Titular por mantener la citada 'subida' admito que sea serio, recogido y emotivo. Pero no admito que lo llamen tradicional. Cuando pasen cuarenta años, digo yo que por lo menos, si los Hermanos, por aclamación, y las distintas Juntas de Gobierno, por calado, mantienen el acto, entonces, será tradicional. Antes, sigue siendo un mero acto de priostía.
Pd. Es curioso. Esta Hermandad permite visionar la subida del Señor a su paso, mientras que la de la Virgen no. Además, durante los retranqueos, que son otros días, dejan a los Hermanos en la calle durante las primeras chicotás, no sabemos porqué. Después los dejan pasar.